Stoller

Herramientas para darle vida a tus cultivos

Las plantas son organismos sésiles, lo que significa que están firmemente arraigadas o conectadas a un entorno edafoclimático del cual no pueden escapar. Esto los mantiene constantemente en interacción con un ambiente hostil a lo largo de su ciclo de vida. Existen numerosos factores biológicos, físicos y químicos que afectan constantemente a las plantas de diversas maneras, ya sea de forma positiva o negativa. Estos factores incluyen temperaturas extremadamente altas o bajas, exceso o falta de agua, alto contenido de sales, presencia de metales pesados, radiación ultravioleta, entre otros (He et al., 2018).

Estrés se utiliza para describir alteraciones en el comportamiento fisiológico, el desarrollo o las funciones de una planta que pueden resultar en daños irreversibles en todo su sistema. Estos tipos de estrés se dividen en «bióticos» y «abióticos» dependiendo de si la causa de la alteración proviene de organismos vivos como hongos, bacterias, virus e insectos, o de factores no vivos como el clima y los elementos minerales (Pareek et al., 2010). Los factores de estrés abiótico se consideran una amenaza para la agricultura y los ecosistemas, lo que puede tener un impacto negativo en el rendimiento de los cultivos (Wang et al., 2003). Se estima que los factores ambientales pueden limitar la producción agrícola, incluso disminuyendo el rendimiento hasta en un 70%, lo que tiene importantes implicaciones económicas, sociales y de seguridad alimentaria a nivel mundial (Boyer, 1982).

Según informes de la FAO, aproximadamente el 96.5% de la tierra cultivable a nivel global se ve afectada por factores de estrés abiótico. Esto se divide en un 26% de tierras agrícolas con problemas relacionados con el exceso o la falta de agua, otro 26% con problemas de temperaturas extremadamente bajas, y el resto sufre problemas relacionados con la salinidad o la falta de nutrientes (FAO, 2007).

Las respuestas de las plantas a las condiciones ambientales son complejas y dinámicas, y dependen del tipo de estrés, su intensidad y la interacción con otros factores abióticos. Las plantas pueden responder de manera elástica (reversible), plástica (irreversible) o, en última instancia, pueden morir en función de la gravedad del estrés (Cramer et al., 2011). Cuando una planta se enfrenta a condiciones ambientales cambiantes, utiliza mecanismos para detectar estos cambios y responde de diferentes maneras, dependiendo del tipo y la intensidad del estrés. Estas respuestas se dividen en cuatro fases principales: alarma, resistencia, agotamiento y regeneración (Mosa et al., 2017). Durante la fase de alarma, la planta reconoce el cambio en las condiciones óptimas de crecimiento y ajusta su actividad para responder al estrés. Si el estrés persiste, la planta entra en la fase de resistencia, donde se centra en reparar y proteger sus estructuras. Si el estrés continúa aumentando, la planta puede entrar en la fase de agotamiento, donde sus mecanismos de mitigación ya no son suficientes, lo que puede llevar a la senescencia programada y, en última instancia, a la muerte. Sin embargo, si el estrés disminuye o cesa, la planta puede entrar en la fase de regeneración y comenzar a reparar el daño (Lichtenthaler, 1998).

Figura 1. Efecto de altas temperatura en generación frutos dobles y malformaciones. Imagen 1 y 4 corresponden al mismo fruto; Imagen 2 y 5 corresponden a los mismos frutos; Imagen 3 y 6 corresponde a los mismos frutos. Extraído de Liu et al. 2019.

 

En el contexto de la postcosecha, el verano en Chile se caracteriza por altas temperaturas, radiación intensa y escasez de agua en las principales zonas productoras de frutas y cultivos. Esto puede desequilibrar y reducir la productividad de los cultivos que aún no se han cosechado, así como afectar negativamente la diferenciación floral y la acumulación de reservas para la temporada agrícola siguiente. Un ejemplo de este estrés veraniego es la aparición de frutos dobles en el cultivo de cerezos, lo que afecta negativamente la productividad y el desarrollo de los frutos en la temporada siguiente (Figura 1).

Para mitigar estos efectos del estrés de verano, es crucial mantener un adecuado manejo hídrico en el cultivo. Sin embargo, es mandatorio complementar el riego con herramientas que estimulen el óptimo funcionamiento de la planta para maximizar la tolerancia al estrés, dado que la combinación de alta temperatura, radiación y demanda de agua durante el verano generan una condición extrema de estrés. ¿Qué herramientas podemos emplear?

Nuestra estrategia considera la combinación de los productos Aquaret, Algrow y ReZist, triada que busca mantener la humedad por más tiempo y una planta más cómoda y resiliente durante los meses de verano.

¿Cuál es el rol de cada uno?

AquaRet: Polímero adyuvante formulado para disminuir la evaporación del agua y conservar la humedad del perfil de suelo por más tiempo, manteniendo el estado hídrico de la planta mejor entre cada evento de riego.

Algrow: Extracto de alga marina “Ascophyllum nodosum” diseñado para aliviar el estrés abiótico y potenciar el desarrollo de la planta en etapas fenológicas críticas.

ReZist: Bioestimulante diseñado para activar mecanismos de tolerancia al estrés por altas temperaturas y déficit hídrico, promoviendo la activación de enzimas antioxidantes y acumulación de metabolitos que permiten mantener un adecuado potencial osmótico en la planta, manteniendo una tasa metabólica más alta.

 

Tratamiento Potencial Hídrico Xilemático (Mpa) Fotosíntesis (µmol m² s¹) Conductancia estomática        (mol m² s¹)
Control -13,35 9,3 0,0876
Rezist + Algrow -12,86 11,3 0,1493

Cuadro 1. Parámetros fisiológicos en plantas de cerezo cv. Santina aplicadas con estrategia foliar ReZist+ Algrow durante los meses de enero y febrero. Temporada 2022-2023, zona de Pencahue, región del Maule.

 

 

Figura 2. Distribución de humedad volumétrica a distintas profundidades de Cerezos cv. Lapins. Experimento realizado durante los meses de enero y febrero, temporada 2022-2023, zona de Chimbarongo, región de O’Higgins.

 

Al emplear la estrategia Stoller podremos observar una mejora en el estatus hídrico, fotosíntesis y conductancia estomática (Cuadro 1 y Figura 2), permitiendo que la planta pueda continuar sus procesos (diferenciación floral y/o crecimiento de fruto en función del tipo de cultivo) en un ambiente más resiliente y con una carga de estrés menor.

Como grupo Stoller estamos comprometidos con seguir generando, validando e implementando soluciones para las problemáticas de la producción agrícola a nivel mundial.